miércoles, 3 de noviembre de 2010

Chinoy trajo a Chillán el placer de lo auténtico


Había expectación y cumplió con creces. La noche del viernes, Chinoy demostró por qué se erige como una de las voces más destacadas de la escena musical nacional.
En tiempos de parafernalia y pomposa liviandad, el cantante genera alivio y oxigena con su estilo minimalista. Premunido sólo de su guitarra, lo suyo es la esencia, lo humano, lo natural. Y es lo que el público valora. Por eso la Sala Schäfer ovacionó al artista nacional, catalogado como el continuador del canto nuevo, pero con una versión 2.0, donde la protesta ya no es eminentemente política, sino sobre todo cultural, contra el sistema claro está, pero también contra sus aplicaciones, en especial, la liviandad, lo superfluo y lo nihilista.
Al escuchar a Chinoy, es imposible no evocar a Bob Dylan. El “Bob Dylan chileno” como lo han llamado, calza a la perfección con su tempestuosa manera de tocar la guitarra, su voz rasgada, andrógina y desamparada.
Con un disco oficial en el cuerpo “Que salgan los dragones”, pero muchos no oficiales, el sanantonino, cuyo verdadero nombre es Mauricio Castillo, mostró en Chillán su mejor repertorio y apañó aún más la sintonía con el público que, como él, valora lo auténtico.

(Nota publicada el 24 de octubre de 2010, diario La Discusión de Chillán)

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